UN ACTOR NO PUEDE SER MAS QUE SU ALMA

Cuando era niña descubrí el TEATRO, tenía la suerte de tener la asignatura de dramatización en el colegio, conocí las mariposas del teatro en el estómago antes que las del amor adolescente, recuerdo que tenía 12 años cuando sentía aquella sensación de hormigueo por el cuerpo, sentí que desaparecía, que me embargaba una emoción y al mismo tiempo un placer  inmenso a la hora de decir aquellos versos de Lorca, fue un momento único y desconcertante, que marcaba un comienzo y una dirección en mi vida, desde entonces el teatro ha sido para mí una forma de relacionarme con el mundo.

 
“Un actor no puede ser más que su alma” decía el maestro Philippe Gaulier, lo decía entre los ojos emocionados de los alumnos que le escuchábamos…eran los años 90… ha pasado tiempo desde entonces, sin embargo, fue una frase que se me quedó grabada, y que me señaló un camino de enfocar el teatro.

Cuando estoy con mis alumnos, después de más de 20 años, intento llevar esta enseñanza a mis clases, el personaje es un papel escrito, es como el muñeco de Pinocho al que hay que darle vida, y la varita la tiene cada alumno y alumna con sus emociones, su experiencia vivida, su deseo de arriesgar, probar, equivocarse, buscar, encontrar… el personaje no te roba un trozo de tu alma, eres tú quien ahondaras entre tus hilos para darle vida, color, le pondrás de pie y le enseñaras a andar.

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Es emocionante verlos, se apoderan del espacio escénico y se lanzan al vacío, primero con el miedo de no encontrar nada, luego van ganando confianza y aparece el disfrute, los matices, aparecen ellos mismos detrás de los textos, de las palabras, se dejan ver, se vuelven maravillosamente transparentes y creativos, presentes y nos cautivan con ese trocito de alma que han dado a su personaje.

Gracias a todos nuestros alumnos.
Al regalo que nos hacen cada día.

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