Ayer estuve en el concierto de Tina Turner, bueno era el musical de Tina y luego la vi en vivo en imágenes, su vida parecía terminada a los 40 años, era una anciana para la profesión y como ella misma decía “la quieren joven bonita y blanca”, sin embargo, ella no abandonó las minifaldas, construyó su propia imagen y es una de las más grandes en la historia de la música.
Cuando veo su forma de moverse y de sentir sobre el escenario me conmueve, nada que envidiar a una chica joven, bonita y blanca, la fuerza, la sensualidad y la vida que transmite son únicas.
Otro ejemplo que me llama la atención en esto de la edad y del paso del tiempo fue una señora que conocí este verano en Cádiz con 75 años, a los pocos minutos te habías olvidado de su edad, no veías sus arrugas, juntó a varios desconocidos que estábamos allí sentados en las mesas de la forma más natural y espontánea y era fascinante su conversación y su presencia.
Cuando el hermano mayor de mi madre sabía que tenía pocos meses de vida, no necesitaba a buda a su lado, se movía por la casa con una sonrisa y una luz que realmente transmitía el disfrute y la paz de quien está puramente en el momento presente, sin más expectativa que estar en el ahora, ni siquiera era algo que se planteaba, nacía sin más.
Yo misma cuando observo mi vida, no podría decir que alguna vez haya sido más plena, es verdad que el cuerpo sigue su curso, pero también la mente y el alma, ¡y parece que fueran en direcciones contrarias!
Me gustaría en este artículo honrar a la edad, que de alguna manera es honrar a todas aquellas personas que, con sus actos, nos acercan un poco más a la aceptación, al amor y al paso del tiempo.
Quisiera destacar cinco razones por las que el paso del tiempo nos da, en lugar de quitarnos y nos suma, en lugar de restarnos.
¡Cinco motivos que igual puede venir bien tenerlas en la puerta de la nevera!
Te propongo recordar todas las mañanas:
Somos mejores amantes
¿No es verdad que bajan las hormonas, pero sube la capacidad de las sensaciones?
Científicamente está comprobado que en la medida que ganamos años el tacto se intensifica, tenemos más capacidad de relacionarlo con el mundo emocional, tenemos más capacidad de escucha al otro, de sentir al otro y esto produce una sensación más plena en el encuentro.
Tener menos y disfrutarlo más
También valoramos más tener menos y con más calidad que mucho y pasar por encima de las cosas como una mera acumulación de momentos.
Damos más tiempo a disfrutar lo que hacemos, a recrearnos.
El silencio, la calma, la armonía, cobran otro valor, también se puede estar vivo haciendo cosas pequeñas, una celebración del disfrute de una puesta de sol, el frescor del agua, de preparar una comida, de ver a un amigo…¡Lo pequeño cobra otra magnitud!
¡O nos volvemos más humanos o más huraños!
Aquí si lo dejo a una decisión de cada uno, el paso del tiempo te da la posibilidad de desarrollar valores como la empatía, la compasión, el amor…
La experiencia nos facilita el perdón, la transigencia, ver la dificultad del otro y esto nos permite no estar en el resentimiento ni en la culpa ¡Lo que aumenta la calidad de vida! ¡Ahora no puedo negar que esto no se hizo para todos los mortales!
Es más difícil meter la pata.
La verdad es que nunca dejamos de equivocarnos, pero los años nos dan la posibilidad de aprender y hasta podemos sonreír cuando escuchamos a alguien mucho más joven sabiendo que de nada sirve la viga en ojo ajeno y que cada uno lleva su propio camino, pero después de todo lo vivido, la verdad, una de las cosas más beneficiosas es conocerse y buscar lo que a uno le hace bien, después de habernos remangado hasta las orejas para bregar con las dificultades.
Como el buen vino madurito o madurita interesante.
Este va especialmente a los cincuentones y sesentones.
Cuando veo una persona de más edad al lado de otra más joven sinceramente lo que me transmite la persona mayor me atrapa, me llega, me atrae mucho más. ¿Y si hablamos de deseo?, si no fuera por la peste de anuncios televisivos, ¿no tiene más morbo? ¡La mirada te desnuda en un par de parpadeos vigorosos y tremendos!
Había una señora de 70 años que dijo: ¡ya no me miran los hombres por fin me he liberado! Y esto, ¿no tiene también una lectura del descanso que supone no depender de la imagen y de poder centrarse solo en vivir?
Escojan lo que más les sirva, si les sirvió algo, pero ¡Hagamos algo por mirarnos en el espejo de los años con toda la gratitud, la alegría y la belleza que nos sea posible!